Selección de docentes: ¿Elección o azar?
Melissa Grisswold, Clarke Mainstream News, 2007: Vol. 26, No. 7.
Teniendo en cuenta que el sistema educativo está diseñado para alumnos con audición normal, todos los alumnos con pérdida auditiva, independientemente del grado de pérdida, corren el riesgo de perder información. Es importante que los equipos y los administradores del centro entiendan que la selección cuidadosa del profesorado no significa que exista un tratamiento preferente. Se trata de situar al alumno en un entorno donde tenga la oportunidad de formar parte de la clase, en lugar de ser un sujeto pasivo. Las personas que tienen la última palabra en la asignación del profesorado no tienen por qué estar familiarizadas necesariamente con el alumno o con sus necesidades especiales como alumno con pérdida auditiva. Los puntos presentados en este artículo se ofrecen como punto de partida, para ayudar a enfocar los debates y las observaciones cuando exista la posibilidad de elegir a los profesores para el curso siguiente. Puede que haya una opción clara o puede que sean varios los profesores adecuados. Una selección cuidadosa reducirá las posibilidades de que el alumno se vea en una situación en la que sea difícil entender lo que se dice y participar activamente.
Conocer al alumno
La selección del profesorado comienza conociendo las necesidades de comunicación y aprendizaje del alumno. ¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades? ¿Qué grado de repetición y refuerzo necesita? ¿Cómo se desenvuelve en el trabajo de grupo? ¿Cuáles son las situaciones que le causan más estrés o fatiga para comunicarse? ¿En qué entorno se desenvuelve mejor? ¿Hasta qué punto puede utilizar su capacidad auditiva en una situación de grupo? ¿Qué importancia tiene el apoyo visual? Dependiendo de la edad del alumno, puede ser útil darle la oportunidad de visitar otras aulas y conocer a los posibles profesores de manera informal. Por ejemplo, un profesor puede tener un enfoque de enseñanza estructurado, que típicamente es beneficioso para un alumno con pérdida de auditiva, pero si su manera de articular no permite al alumno leer en los labios o si su tono de voz es demasiado bajo o su ritmo demasiado rápido, el alumno tendrá dificultad para entenderle.
Observar y hablar con los posibles profesores
El objetivo de asistir a una clase como observador no es el de enjuiciar al docente, sino el de fijarse en los elementos que el alumno necesita para poder entender y progresar. Preste atención al estilo de comunicación, enseñanza y directrices del profesor. ¿Hasta qué punto es expresivo? ¿Tiene una articulación clara y deliberada? Un alumno que utiliza la lectura labial como apoyo a la audición dependerá de los movimientos de los labios y de las expresiones faciales para compensar la información que pierde debido a su problema auditivo. A un profesor que no hable con claridad o lo haga con demasiada rapidez o sin matices o que se desplace constantemente por la clase, será difícil leerle los labios. ¿Cómo se comunica el profesor con los alumnos? ¿Les avisa cuando se dispone a hablar? ¿Establece contacto visual y espera que hagan lo mismo? ¿Identifica a los alumnos que hablan y repite o expresa de otra manera lo que acaban de decir? Nuestro alumno progresará más cuando las buenas estrategias de comunicación formen parte natural de la rutina de la clase. Con bastante probabilidad, el alumno no sabrá quién está hablando y perderá información cuando la comunicación fluya libremente, los alumnos hablen rápida y sucesivamente, con escasa estructura y no se verifique que se ha comprendido.
Compruebe que se proporciona apoyo visual que ayude a los alumnos a saber dónde mirar y qué deben hacer. Los horarios, los listados de vocabulario y los esquemas en la pizarra, por ejemplo, son una señal de que el profesor está realizando un esfuerzo para anticipar y estructurar las lecciones. Un alumno con pérdida auditiva rinde mejor cuando hay múltiples claves para saber lo que se espera de él. Un aula ordenada y organizada puede indicar que la presentación del material por parte del profesor seguirá la misma línea.
Además del estilo de enseñanza, la sensibilidad frente a las necesidades de aprendizaje de un alumno atípico es un factor clave en la selección del profesor. La base de la filosofía de la educación inclusiva gira en torno al supuesto de que realmente funciona. Una actitud positiva será un factor crítico, ya que el alumno será sensible y capaz de detectar con rapidez si hay resistencia o resentimiento. Siempre es muy importante observar y hablar con los potenciales profesores de la posibilidad de trabajar con un alumno con pérdida auditiva, ya que la experiencia no es el único indicador para seleccionar al docente adecuado. Un profesor nuevo al que le entusiasme la experiencia y esté dispuesto a dedicar tiempo y esfuerzo extra puede ser también una buena elección. La experiencia no implica necesariamente que el docente esté interesado en trabajar estrechamente con un equipo de apoyo o en invitar a otros profesionales a que asistan a su clase para observar o trabajar.
Recuerde que el proceso de planificación no se acaba una vez que se han seleccionado al profesorado. Será necesario que se proporcione formación al inicio del curso, además de supervisión y apoyo a lo largo del mismo, para asegurarse de que tanto el profesor como el alumno disponen de todo lo que necesitan para progresar. En cierto modo, será la primera experiencia para ambos. No se espera que el docente muestre todas las características que presentamos en este artículo; un docente que esté abierto a la idea de trabajar con el alumno con problemas auditivos puede recibir orientación en áreas que podría no haber considerado con anterioridad.
Considerar el entorno físico del aula
Una vez que se hayan identificado los profesores potenciales, es preciso prestar atención a las características físicas de sus aulas. ¿En qué área del edificio se ubican? ¿Existen fuentes de ruido de fondo en esas áreas que sean difíciles de neutralizar? Aunque un profesor tenga un excelente estilo de comunicación, no servirá de nada si el ruido de fondo interfiere con la capacidad del alumno para escuchar. Por ejemplo, ¿dan las ventanas del aula a una calle ruidosa o al patio de forma que cuando se abran haya un ruido considerable que no pueda neutralizarse? En algunos casos, este factor puede ser tan determinante en la selección del profesor. Otra opción sería que el profesor cambiara de aula.
También puede ser posible neutralizar las fuentes del ruido de fondo. ¿Podría reducirse el ruido de un sistema de calefacción o ventilación? ¿Podría instalarse algún sistema de aislamiento en la parte inferior de las puertas que dan a los pasillos o a otras aulas? ¿Podrían instalarse materiales absorbentes en el aula para reducir el ruido? La iluminación es otra cuestión a considerar. Debería ser uniforme, de manera que pueda verse claramente el rostro del docente con el fin de leer los labios. Una iluminación no uniforme podría proyectar sombras en el rostro de la persona que habla, de manera que resultaría difícil ver con claridad el movimiento de sus labios. ¿Existen cortinas o persianas en las ventanas? Si la luz entra a raudales en el aula y el docente se coloca delante de la ventana, su rostro no será suficientemente visible como para permitir la lectura labial.
Una perspectiva global
La selección de un buen profesor implica valorar una combinación de factores: las necesidades de comunicación del alumno, la actitud y el estilo de enseñanza y comunicación del docente, y el entorno físico. No se trata de seleccionar a una persona basándose en su reputación. Un docente que sea popular por su estilo poco ortodoxo puede ser idóneo para alumnos con audición normal, pero puede representar obstáculos graves para un alumno con pérdida auditiva. Es útil reunir opiniones de una serie de fuentes, incluido el alumno, de manera que su equipo disponga de la información necesaria para respaldar sus recomendaciones. Claramente, el proceso no termina con la selección del profesor. Se necesitará probablemente una combinación de tecnología y servicios de apoyo para facilitar al alumno el mayor acceso posible y, por otra parte, los docentes necesitarán apoyo y formación a lo largo del curso. No obstante, la selección cuidadosa del profesorado es un punto de partida importante a la hora de conseguir que el próximo curso escolar se inicie de la mejor manera posible.
Características de un profesor que son normalmente beneficiosas para los alumnos con pérdida auditiva
Siguiendo la corriente: Cuando los demás hablan demasiado rápido
Por la profesora y autora Claire Blatchford, Clarke Mainstream News, 2007: Vol. 26, No. 7.
La mujer de mi lado, a quien no conocía, se giró repentinamente y dijo: “¡Nos encantaría ir! Allí estaremos, gracias”.
Comprendí por su cara que lo que decía me lo decía a mí. Miré a los demás. Habían dejado de hablar y estaban asintiendo, obviamente coincidiendo con lo que había dicho la mujer. Me giré hacia ella para pedirle una explicación, pero ella, sonriéndome, se estaba yendo, moviendo la boca rápidamente otra vez, hablando con otra persona. Se me ocurrió en ese momento que parecía japonesa. De hecho, ¡todo el mundo allí parecía japonés!
Ansiosa por no perder el contacto con la única persona a la que entendía, aunque fuera poco, agité los brazos y grité: “¡Espera un momento!”.
Pero no me escuchó.
Me adentré entre la multitud, tenía que encontrarla para entender de lo que estaba hablando … y me desperté.
¿Cómo te sentirías al despertarte a las 4:15 de la madrugada con la incómoda sensación de que unos 40 ó 45 extraños que hablaban demasiado rápido y que además eran extranjeros, iban a aparecer en tu puerta en cualquier momento? Y allí estás tú, en pijama, por el amor de Dios, sin una pista sobre lo que está pasando.
Mi subconsciente me gasta algunas bromas y no sólo el 28 de diciembre. Cuando tenía 20 años, tenía un sueño recurrente en el que mi profesor de Historia de esa época descubría que evitaba participar en los debates de su clase. Como resultado, me tenía que poner un suspenso, lo que significaba que realmente no había conseguido mi título del instituto, ni mis títulos universitarios. A los treinta tuve un sueño en el que me encontraba en el asiento trasero de un coche y un grupo de estudiantes de quinto (esta vez eran niños oyentes) iban hablando y turnándose para conducir, mientras yo intentaba llamar la atención del que estuviera conduciendo para decirle que fuera más despacio.
Es un alivio despertarse, darse cuenta de que sólo es un sueño y reírse. En definitiva, tengo un subconsciente abrumado y podría necesitar orientación, quiero añadir que me tomo estos sueños como algo más que simples bromas. Me los tomo como recordatorios de que probablemente, en la autopista de la vida diaria, puedo estar atascada en el carril izquierdo.
Lo explico con más claridad: todos estos sueños eran, esencialmente, sobre las personas que hablan rápido. Cuando estoy con una persona que habla muy deprisa es fácil pedir que vaya más despacio. Pero cuando estoy en un grupo, por ejemplo, una reunión, una clase, un taller o una fiesta, es mucho más difícil. Las conversaciones en grupo toman velocidad rápidamente, lo cual puede, a su vez, aumentar la sensación de aislamiento al recién llegado o a la persona más lenta. ¿Quién no ha vivido —imagino que esto también les pasa a los oyentes – el entrar en una habitación en la que un grupo está teniendo una conversación animada, y haberse sentido “fuera de lugar”?
Para continuar con la metáfora de la autopista: Veo a la gente acelerar, reír, pegarse a los otros y adelantarse. Las reacciones comunes a esto – y he visto a niños con pérdida auditiva hacer lo mismo – son:
1. Apartarse de la autopista (ir al baño, irse y no volver o volver mucho más tarde).
2. Quedarse y salvar la situación.
3. Acelerar e intentar adelantar a todo el mundo diciendo algo que no tiene nada que ver con lo que se está hablando.
El número tres es arriesgado. Los demás pueden estar interesados o pueden darse cuenta de que la persona con deficiencia auditiva está fuera de la conversación, que quiere entrar y pueden responder con empatía contándole lo que está pasando. O, sin empatía ni comprensión, pueden pensar que es rara.
Los números uno y dos son, básicamente, formas de retirarse. Creo que hay veces que está bien retirarse. Si estoy muy cansada, puedo necesitar la retirada. Echarme atrás y evaluar la situación me permite entender, elegir y volver. O, sin desaparecer por completo, podría salir de la autopista a una carretera de servicio con otra persona, como la persona sentada a mi lado (por ejemplo, en una fiesta) y tener una agradable conversación entre dos. Esa persona puede también apreciar la excusa para bajar el ritmo. Pero, básicamente, cuanto más se retira uno, más difícil es seguir el tráfico del día a día. Se puede fácilmente perder la costumbre. (Los profesores podrían tenerlo en cuenta cuando empieza el nuevo curso en otoño, ya que al niño, que ha estado deambulando durante el verano, le puede llevar algún tiempo volver al “tráfico” de la clase).
En cuanto al hecho de que siempre estarán presentes los “ingredientes” para las pesadillas – es decir, gente que habla muy rápido y conversaciones de ritmo acelerado – es muy importante que no tengamos miedo a conducir (para decirlo de una forma más sencilla, pedir a una persona oyente que te dé claves, tomar notas o actuar como un traductor oral) o incluso, bromeando, blandir la amenaza de la multa por exceso de velocidad, “¡Oye, MÁS DESPACIO o te detengo, porque estás hablando MUY deprisa!”.