Cómo enseñar a los niños a pedir ayuda cuando la necesitan
Saber cuándo y cómo preguntar no es tan fácil como parece
Los padres y cuidadores conocen la importancia que tiene, especialmente en el caso de los niños con pérdida auditiva, abogar por sus propios derechos. Pero, abogar por sus derechos abarca diferentes habilidades que están relacionadas. Una de las más importantes es saber cómo y cuándo pedir ayuda. Si no puedes explicar lo que necesitas, es difícil que la gente te pueda ayudar.
«Es algo más complejo que simplemente pedir ayuda», explica Amanda Aliotta, logopeda y maestra de audición y lenguaje del equipo itinerante de Clarke. «Es necesario considerar varios factores: ¿pueden los alumnos ser concretos a la hora de explicitar lo que necesitan?, ¿pueden determinar dónde está la confusión?, ¿saben expresar con claridad lo que necesitan?».
En el caso de los niños con sordera o hipoacusia, los padres y cuidadores deben ser más explícitos al enseñarles cuándo y cómo deben pedir ayuda. Se puede dar modelo de cómo afrontar la situación cuando se dan cuenta que necesitan ayuda, pensando en voz alta de manera breve y razonada en el transcurso de actividades del día a día que son aparentemente sencillas. Amanda ofrece un ejemplo de cómo modelar pensando en voz alta el camino a seguir cuando estamos en el supermercado y no encontramos algo.
«Se podría decir algo como: “estoy harto de dar vueltas, no encuentro los copos de avena, ¿qué puedo hacer?, ¿le pregunto a alguien?”. A continuación, se formularían in en voz alta posibles soluciones /pasos a dar: “esa persona trabaja aquí, tal vez me sepa decir, voy a preguntarle”».
Parece sencillo, pero se hace a los niños una demostración de cómo identificar cuándo se precisa ayuda, cómo se hace y el resultado final. También les permite observar que los adultos también necesitan ayuda a veces, dándole naturalidad y fomentando que sen ellos mismos quienes decidan que hacer.
Una habilidad para todas las situaciones
Especialmente en el caso de los niños más pequeños, es posible que los padres y cuidadores se centren demasiado en que aprendan a pedir ayuda en relación con su tecnología auditiva. Y tiene sentido, dado que un audífono con una pila gastada o un micrófono que no esté sincronizado con la tecnología auditiva puede ser un gran problema.
Pero, pedir ayuda en otras situaciones es igual de importante. A la mayoría de los adultos no les gusta levantar la mano en una reunión para preguntar por algo que no han entendido y a los niños también les pasa. Pero se trata de una habilidad fundamental a medida que avanzan de curso, se involucran en relaciones sociales más complejas y participan en actividades con menor supervisión directa por parte de los padres y educadores. Independientemente de la actividad que estén realizando, darse cuenta de cuando necesitan ayuda y expresarlo es esencial.
«Hay varias cosas implicadas a la hora de abogar por sus propios derechos. Para llevarlo a la práctica de una manera decisiva y exitosa, debemos identificar nuestras necesidades, considerar los retos personales, evaluar nuestras fortalezas, reflexionar al respecto y actuar», apunta Amanda. «Se aplica a todas las categorías de actividades: interactuar con los compañeros, levantar la mano en clase, etc.».
Diferentes etapas, diferentes habilidades
La habilidad de los niños a la hora de identificar cuándo, cómo y por qué pedir ayuda madurará a medida que la pongan en práctica, si bien Amanda asegura que no hay datos específicos de lo que deberían ser capaces de hacer a cada edad. Lo que los padres y cuidadores deben procurar es que el niño desarrolle sus habilidades de forma continuada a lo largo del tiempo.
«Cada niño es diferente», comenta Amanda. «Es demasiado ambiguo decir, por ejemplo, que a una edad determinada el niño debe ser consciente de las adaptaciones del aula en la que está. Es necesario tener en cuenta la etapa en la que se encuentre el niño y avanzar desde ese punto».
Los padres y cuidadores pueden ayudar fomentando la confianza en sí mismo del niño en la mayor medida posible. «Se puede comenzar con pequeñas tareas, como pedir su comida en un restaurante», explica Amanda. «Tomar decisiones por uno mismo en una situación conocida es una habilidad esencial».
Otra opción es el «sabotaje intencional». Con esta técnica, los educadores o los padres y cuidadores ponen a los niños pequeños obstáculos para conseguir algo que necesitan y así les dan la oportunidad de reflexionar sobre lo que necesitan y cómo expresarlo. Si se hace de una manera sencilla e informal, el niño lo encontrará divertido y no se sentirá engañado.
En el caso de un niño pequeño, a la hora de comer, se le puede dar una cuchara cuando lo que realmente necesita es un tenedor. «¿Lo intenta por su cuenta?, ¿le dice lo que necesita?», plantea Amanda. «Si no pregunta y se observa que no se decide, se le puede preguntar en ese momento: “¿qué puedes hacer?”».
En el caso de un niño mayor, los padres y cuidadores pueden hablar con el sobre aquellos eventos o situaciones que van a tener lugar en fechas próximas para pensar con antelación en los retos u obstáculos que podrían surgir y barajar las opciones que el niño podría utilizar si necesitara ayuda.
Los niños tienden a advocar por sus derechos mejor en el hogar porque se sienten más seguros. Amanda recomienda observar a los niños en distintas situaciones para asegurarse de que estas habilidades se aplican en otros entornos. Por ejemplo, si ve que el niño está jugando con sus amigos, pero no sigue la conversación y no interrumpe para decir que no ha entendido algo, puede que haya llegado el momento de intervenir. La mejor manera de hacerlo es hacer al niño responsable de emprender una acción. «Por ejemplo, se le podría preguntar: “¿qué crees que ha dicho tu amigo?; si no le has escuchado, ¿qué le puedes decir?”», sugiere Amanda.
Cuando se deben utilizar otras estrategias
Amanda también destacó que «pedir ayuda» no implica necesariamente hacer una pregunta literal. «En cualquier grupo de edad, se debe prestar atención y comprobar si el niño está utilizando estrategias para seguir a sus compañeros y mantener su ritmo», recomienda. «Puede ser tan sencillo como que el niño se fije en lo que ocurre a su alrededor para saber lo que hacen otros niños».
Estas situaciones tienen sus matices y requieren una cierta reflexión antes de que el niño realmente pida ayuda. Por ejemplo, si un alumno no oye algo que ha dicho el profesor, pero va a empezar la clase de matemáticas y todos sus compañeros están abriendo el libro de matemáticas, el niño ya no necesita pedir ayuda en ese momento. Sin embargo, si no puede ver que página están todos abriendo, sí es el momento de levantar la mano.
A medida que los niños adquieren madurez, deben desarrollar habilidades para identificar los momentos que son apropiados para pedir ayuda. Se trata de un proceso en el que los adultos no nos paramos a pensar, pero tomar este tipo de decisiones implica movilizar recursos comunicativos y lingüísticos, saber leer el lenguaje corporal del interlocutor, comprender el uso de las pausas en la conversación, etc.
«Estas son habilidades complejas que se adquieren con el paso del tiempo», explica Amanda. «Y su adquisición depende de las experiencias y la personalidad del alumno. Los cambios que se van produciendo a la hora de abogar por los derechos de uno mismo se fundamentan en las experiencias, los entornos y las expectativas individuales».
A un niño tímido le puede resultar más difícil hablar delante de la clase y desplegar otras estrategias con mayor rapidez que, por ejemplo, levantar la mano en medio de una clase para pedir si pueden repetir algo que no ha escuchado bien. Es normal, siempre y cuando el conjunto de habilidades siga evolucionando con el tiempo.
Cuando un niño se muestre reacio a pedir ayuda en determinadas situaciones-por mucho que les cueste a los padres y cuidadores aceptarlo-, la mejor manera de que lo supere es dejar que lo intente a su manera, incluso aunque conlleve enfrentarse a un mayor número de obstáculos en el camino.
«Cuando observo que un alumno mayor no pide ayuda o algo que le puede facilitar las cosas, le dejo que decida: tú eliges, te puedes sentar más atrás en la clase, pero te resultará más difícil oír y centrarte. Si sus calificaciones o su comprensión de los contenidos empeoran, será el momento de volver a valorar la situación», recomienda Amanda, que se encarga de supervisar estrechamente este tipo de situaciones. «Cuanto más practiquen estas habilidades, más fácil les resultará ponerlas en práctica. Si siempre intervenimos para ayudarles, nunca aprenderán. De esta forma, se les anima a que se hagan responsables de su propio aprendizaje, que es, en última instancia, el objetivo».
La mejor manera de ayudar a los niños en este proceso de toma de decisiones es aprovechar cada momento que surja. «Hay que aprovechar las oportunidades que surjan para darle modelo de cómo lo diría usted, pero dejando que el niño, poco a poco, encuentre su propia manera de hacerlo», concluye.
Consideraciones a la hora de elegir la universidad cuando se trata de alumnos con sordera e hipoacusia
Rick Postl, director interino de admisiones del National Technical Institute for the Deaf, Rochester Institute of Technology
El proceso de búsqueda de universidades se ha convertido prácticamente en un rito de iniciación para muchos alumnos que desean cursar estudios universitarios. Todos los años, los padres, cuidadores y profesionales de la educación tienen la misma preocupación: ¿qué universidad es la adecuada para el alumno? Esta pregunta puede tener una especial importancia en el caso de las familias que tienen hijos con sordera o hipoacusia.
Después de ayudar a miles de familias a desenvolverse en este proceso durante los 14 años que llevo trabajando en el proceso de admisión de alumnos, he llegado a la conclusión de que hay una serie de preguntas que los padres y los alumnos con sordera o hipoacusia se deben hacer antes de decidirse por una universidad. Obtener las respuestas pertinentes puede ayudar al alumno a seleccionar la universidad más adecuada.
Si en su familia hay algún alumno de bachillerato, es probable que su bandeja de entrada de correos electrónicos se haya llenado de mensajes y folletos de universidades interesadas en que el joven presente la solicitud correspondiente. Toda esta atención puede crear cierta confusión y no es raro que los alumnos se sientan abrumados en algún momento o que incluso muestren desinterés por el proceso. No hay que inquietarse. En algún momento en que se disponga de tiempo, se puede comenzar a clasificar todos los correos en tres grupos:
- Universidades que no tienen ningún interés
- Universidades que tienen algún interés
- Universidades que tienen mucho interés
Una vez realizados los tres grupos, espere unos días y retome la actividad con el alumno para confirmar lo que decidieron en su momento. Es frecuente que se haga algún cambio. A continuación, será el momento de acceder a los sitios web de las universidades, obtener más información sobre la especialidad o especializaciones que el joven se esté planteando estudiar y programar las visitas a las distintas universidades.
Suele ser habitual que usted y el alumno se reúnan con un consejero de admisiones y realicen un recorrido por el campus, del que normalmente se encargará un alumno que esté matriculado y motivado. Si bien es probable que los programas y las instalaciones sean de su agrado, hay preguntas que se deben formular, ya que influirán directamente en la calidad de la experiencia universitaria del alumno con sordera o hipoacusia.
Accesibilidad en la universidad
Para empezar, se debe preguntar por el número de alumnos con sordera o hipoacusia que están matriculados en la universidad para hacerse una idea de la experiencia que tiene la institución en hacer frente a las necesidades educativas de estos alumnos.
Las preguntas sobre la accesibilidad son fundamentales para valorar la experiencia académica que el alumno tendrá probablemente en dicha universidad. Dos preguntas importantes son:
- ¿Qué servicios de acceso a la comunicación ofrece la universidad?
- ¿Los proveedores de servicios de acceso son miembros del personal a tiempo completo o se contratan a organismos externos?
Disponer de proveedores de servicios de acceso en plantilla garantiza que estos profesionales tengan experiencia en entornos educativos y que sepan lo que los alumnos necesitan para sacar el máximo partido a cada clase o prácticas de laboratorio. Por otra parte, también se reduce la probabilidad de que el aprendizaje del alumno se vea afectado negativamente por la incapacidad de la universidad de encontrar proveedores cualificados o de gestionar situaciones como la ausencia imprevista de un proveedor.
Otro aspecto importante por considerar es, si los intérpretes (servicios de acceso a la comunicación) están disponibles para los eventos especiales de la universidad y las actividades extracurriculares. Otras preguntas pueden ser:
- ¿Existen dispositivos de tecnología auditiva disponibles para su uso en las aulas?
- ¿Se dispone de alumnos que tomen apuntes u otro tipo de ayuda para tomar apuntes en las clases?
- ¿Están las aulas dispuestas de manera que todos los alumnos puedan ver claramente a los profesores?
- ¿Existen servicios de tutoría disponibles en el caso de que el alumno necesite ayuda?
Orientación y asesoramiento profesional
Más allá del acceso dentro y fuera del aula, el asesoramiento académico, profesional y personal es una consideración importante para el éxito de los alumnos. Estos servicios pueden ayudar a identificar y corregir cualquier problema que el alumno pueda tener y ofrecer entre otras cosas sugerencias sobre la gestión del tiempo y la resolución de conflictos. El asesoramiento profesional puede ayudar a los alumnos a que encuentren dónde realizar intercambios y prácticas profesionales, prepararlos para las entrevistas de trabajo y ayudarlos a elaborar un currículum.
Otras preguntas que se pueden plantear:
- ¿Los orientadores académicos, profesionales y personales de la universidad tienen experiencia trabajando con alumnos con sordera o hipoacusia?
- ¿Trabajan los orientadores profesionales con las empresas para ayudarles a comprender las necesidades de los trabajadores con sordera o hipoacusia?
- ¿Qué otros servicios se ofrecen en la universidad para alumnos con sordera o hipoacusia?
Servicios de audiología y logopedia
Es probable que los servicios de audiología y logopedia hayan sido fundamentales en el éxito académico del alumno. Como padre y cuidador desea tener la seguridad de que estos servicios se presten sin interrupciones ni dificultades cuando el alumno entre en la universidad. Algunas consideraciones son:
- ¿Dispone la universidad de audiólogos que presten servicios de apoyo a los alumnos con implantes cocleares y audífonos?
- ¿Existe algún lugar en la universidad donde el alumno pueda conseguir pilas para audífonos, reparaciones y nuevos moldes auditivos nuevos?
- ¿Podría el alumno realizarse una evaluación de la audición en la universidad si considera que la necesita?
- ¿Existe alguna manera de que el alumno conozca nuevos productos de apoyo que mejoren su experiencia universitaria?
- ¿Dispone la universidad de logopedas que puedan trabajar con los alumnos en habilidades de comunicación verbal, en el caso de que lo deseen?
- ¿Qué gestiones tiene que hacer el alumno para tener acceso a los servicios que necesite?
En relación con el campus de la universidad
También es importante conocer la accesibilidad de las instalaciones universitarias. Entre las preguntas que se deben considerar se encuentran:
- ¿Qué servicios presta esta universidad a los alumnos con sordera o hipoacusia y de qué manera se prestan?
- ¿Cuentan las residencias universitarias y otros edificios de la universidad con sistemas de alerta visual en caso de una emergencia?
- ¿Hasta qué punto es fácil ponerse en contacto con los responsables de la seguridad en la universidad si se produce un problema o una emergencia?
En la comunidad
La experiencia en una universidad a menudo se extiende también a la comunidad en la que se encuentre. Además de que en una universidad puedan residir y estudiar alumnos con sordera o hipoacusia, también hay que tener en cuenta la manera en que la comunidad interactúa con estos alumnos. Considere plantear preguntas del tipo:
- ¿Qué servicios se ofrecen en la comunidad para alumnos con sordera o hipoacusia? ¿Se dispone con facilidad de equipos de audio y otros servicios de acceso a la comunicación en los eventos de la comunidad?
- ¿Acogen con agrado los comerciantes locales a los alumnos universitarios?
La importancia de encajar en una universidad
Cuando se pregunta a los alumnos por los motivos principales de su elección de una universidad en concreto, suelen responder que la universidad dispone del programa de estudio deseado, pero también hacen hincapié en la importancia de que sientan que ellos encajan en ella. En el caso de los alumnos con sordera o hipoacusia, muchos han pasado por la experiencia de haber sido uno de los pocos alumnos con discapacidad auditiva en los colegios e institutos y la idea de encajar y formar parte de una comunidad inclusiva puede marcar la diferencia entre una experiencia universitaria exitosa y satisfactoria u otra que no lo sea. Cuando los alumnos conocen a otros alumnos con experiencias similares, el sentido de pertenencia es inmediato. Es un aspecto que se suele pasar por alto, pero es de gran importancia.
Este artículo es una contribución del National Technical Institute for the Deaf, Rochester Institute of Technology, un generoso patrocinador de Mainstream News de Clarke, donde se facilitan información y orientación para alumnos mayores, cuidadores y profesionales.
Tiempo de transición
Una planificación adecuada puede ayudar a los alumnos a cambiarse de colegio o de programa sin problemas
Cualquier transición en el caso de los niños, ya sea para entrar en preescolar o en la universidad, ayuda a preparar el escenario para su éxito en el futuro.
Cuando se tiene pérdida auditiva, la importancia de preparar la transición es mucho mayor. Por lo general, los niños con discapacidad auditiva experimentan más transiciones (por ejemplo, cuando abandonan un programa de intervención temprana o pasan de programas especializados en pérdida auditiva a programas en el sistema educativo ordinario). En la transición al sistema educativo ordinario, los profesores necesitarán disponer de información y realizar consultas periódicas sobre la manera de atender mejor al alumno y hacer frente a sus necesidades concretas.
Afortunadamente, con un poco de previsión y planificación, los familiares y educadores pueden elaborar un plan de transición que sirva para que el alumno tenga una transición lo más sencilla posible y evolucione académica y socialmente.
Qué se debe hacer y cuándo
Son numerosas las actividades que hay que realizar para que la transición tenga éxito, por lo que el paso más importante es comenzar los preparativos cuanto antes, con tiempo suficiente para todas las reuniones que sean necesarias. Tratar de organizarlas en verano cuando es posible que no haya profesores disponibles, puede ser, en el mejor de los casos, complicado.
«La preparación es la clave del éxito, por lo que se debe comenzar con mucha antelación», explica Claire Troiano, directora de servicios en el sistema educativo ordinario y administradora educativa del Programa K-8 en Clarke Northampton. «Dicha preparación será diferente dependiendo de los diferentes grupos de edad».
En cada curso, un buen plan de transición debe servir para preparar a la familia, al alumno y al personal del nuevo colegio. Se debe iniciar con la suficiente antelación para que todo esté en orden cuando comiencen las clases en otoño.
«Es importante recordar que los familiares suelen experimentar una mayor ansiedad cuando se preparan para cualquier transición», señala Claire. «Muchos de ellos tienen la sensación de comenzar de nuevo con todo lo que implica ayudar al equipo de profesionales a comprender la pérdida auditiva y las necesidades de su hijo».
Lo ideal sería que las familias y los educadores comenzaran las tareas relacionadas con la transición unos seis meses antes del cambio. Dependiendo del curso, estos pasos pueden ser un poco diferentes pero los principios que hay que tener en cuenta siguen siendo los mismos.
Si la transición se hace al comienzo del curso escolar, lo que se debería hacer sería lo siguiente:
Primavera antes de la transición
- Trabaje con el equipo de orientación para comenzar a preparar la transición. Por lo general, los familiares, el equipo del nuevo colegio y el profesor o los profesores del aula, el logopeda y cualquier otro profesional relevante mantendrán una reunión formal de transición. Si el colegio dispone de maestro de audición y lenguaje, será preciso que asista también. En la reunión se deberán tratar las necesidades del niño y revisar la información sobre el tipo específico de pérdida auditiva que tiene. Se deberán analizar los elementos que tienen que ver con la logística que el nuevo centro puede que no haya tenido en cuenta como, por ejemplo, evitar asignar al alumno a un aula ubicada frente a un gimnasio con mucho ruido o sentarle cerca de un conducto ruidoso del sistema de climatización.
- Empezar a hablar con el niño sobre la transición. En el caso de los niños más pequeños, entre las actividades se podrían incluir un repaso de fotografías del nuevo aula e información sobre el traslado en autobús; los alumnos mayores podrían realizar una visita al centro, sentarse en las aulas o asistir durante una jornada escolar acompañado de algún alumno del centro.
- Facilitar al alumno el calendario de eventos escolares y de las actividades extracurriculares. Podría comenzar a pensar en qué tipo de actividades le gustaría participar y en los adaptaciones serían necesarias. De esta forma, la familia tendría la oportunidad de sumarse con antelación a los eventos de la comunidad escolar y establecer contacto con otras familias, algo que es esencial tanto para los ellas como para el alumno.
- Planificar los servicios necesarios (logopeda, maestro de audición y lenguaje, etc.) y las reuniones periódicas de revisión y las formales para evaluar cómo funciona el plan.
Verano antes de la transición
- Conectar, si es posible, con otros alumnos con pérdida auditiva del nuevo colegio. Se trata de una gran oportunidad para compartir y recopilar información importante (qué aula tiene una mala acústica, si hay algún profesor que se olvide a menudo de utilizar la tecnología auditiva, etc.) y establecer contacto a nivel social. También se pueden consultar los programas de verano en los que el alumno podría participar para familiarizarse con los espacios del centro, el personal y otros alumnos. Las transiciones son más sencillas cuando el alumno reconoce caras conocidas desde el primer día.
- Hablar acerca del horario escolar del alumno. En el caso de los alumnos más pequeños, les ayudará a saber cuáles serán las nuevas rutinas. Si se trata de alumnos mayores, se puede llevar a cabo una «lluvia de ideas» sobre cualquier situación problemática para que estén preparados desde el primer día.
- Revisar con el alumno todos los apoyos o servicios que vaya a recibir y la importancia que tienen.
Comienzo del nuevo curso/programa escolar
- Buscar actividades o clubes en los que el alumno se pueda inscribir para ayudarle a integrarse a la vida social del colegio.
- Realizar una comprobación nada más comenzar el curso (aproximadamente en la segunda semana del curso) para verificar si es necesario realizar algún cambio o si ha habido algún problema con la tecnología o los servicios, etc.
- En el caso de los niños más pequeños, el profesor del aula, el familiar o el maestro de audición y lenguaje podría realizar una breve presentación sobre la pérdida y los dispositivos auditivos del alumno, con el fin de poder abordar con antelación las preguntas de los compañeros de clase sobre los dispositivos que utiliza el alumno.
Consejos para la transición
Claire añade que el paso de la guardería a preescolar es la transición más difícil en algunos aspectos. «En esta edad, nos centramos en la participación y la dedicación de los padres; de lo contrario, pueden surgir circunstancias problemáticas», apunta. «Se trata fundamentalmente de enseñar a los padres lo que deberían tratar de detectar». Claire señala que es frecuente en los programas de intervención temprana y de primera infancia que los padres confíen en los profesionales, ya que puede no haya pasado mucho tiempo desde que la familia ha recibido el diagnóstico y está aprendiendo sobre la marcha. «Por el contrario, cuando un niño se incorpora al sistema educativo ordinario, los padres y cuidadores tienen un mayor conocimiento del niño y de su pérdida auditiva que el que pueden tener los profesores», explica. Es también una edad en la que se puede pasar por alto el aspecto social de la pérdida auditiva. Especialmente en los momentos menos estructurados, como en la hora del comedor, un niño con pérdida auditiva puede sentirse algo perdido si no puede oír lo que dicen sus compañeros. Si este fuera el caso, el maestro de audición y lenguaje y el orientador pueden tener un papel fundamental a la hora de ayudar al niño a gestionar la situación.
En el caso de los alumnos de primaria y primer ciclo de secundaria, deberán entender el cambio en la estructura de la jornada escolar, dado que pueden cambiar de un aula a otra. Es posible que tengan que ser ellos los que se ocupen de llevar el dispositivo de ayuda auditiva a cada aula.
Cuando se trata de adolescentes de segundo ciclo de secundaria y que empiecen bachillerato, los padres y cuidadores deben ser conscientes de que suele existir un enfoque de equipo entre el profesorado. Además, si bien los alumnos tendrán más independencia, también tendrán una mayor responsabilidad, en concreto, la de abogar por sus derechos.
Atender las posibles dificultades
Un área de la planificación de la transición que puede resultar difícil para los padres y cuidadores es averiguar cuál es el rol más conveniente que ellos deben adoptar durante el proceso. Su opinión es fundamental pero su papel cambiará a medida que su hijo vaya madurando.
«En ocasiones, los padres desconocen cuál debe ser su papel en la transición, por lo que se sitúan en un segundo plano y confían en que el personal escolar sabrá lo que es mejor para su hijo», señala Claire. «Los padres deben sentir siempre que tienen derecho a plantear preguntas y ofrecer orientaciones. También hay ocasiones en que los padres se han involucrado tanto en los primeros años que, a medida que su hijo crece, siguen tomando demasiadas decisiones y no le animan a que adquiera habilidades para abogar por sus derechos».
Claire recomienda a los padres, cuidadores y educadores a que animen siempre al niño a que emita su opinión tan pronto como sea esperable para la edad. Por ejemplo, los alumnos de siete u ocho años se pueden presentar en la reunión para saludar. «A medida que los niños crecen, pueden explicar lo que necesitan, las prestaciones de su equipo, etc. A los profesores les encanta que se lo cuenten directamente», asegura Claire. Esto no significa necesariamente que los alumnos deban permanecer durante toda la reunión, pero sí se recomienda que hagan acto de presencia. «Es importante que los directores y los profesores de educación especial conozcan directamente a los niños sobre los que toman decisiones», apunta.
Al permitir que el alumno tome las riendas cuando sea posible, los padres y cuidadores le ayudarán a que adquiera las habilidades que le permitan abogar por sus derechos. También es una buena manera de dar a conocer a los profesores del sistema educativo ordinario cómo es el alumno y sus habilidades de comunicación y, en general, presentarle como persona, al margen de la pérdida auditiva.
Una vez que se implementa un plan, Claire señala que la falta de seguimiento suele ser el problema más frecuente. Los profesores se pueden olvidar de utilizar la tecnología auditiva, dejar de usar subtítulos en los medios visuales, etc. «Por este motivo es tan importante contar con un maestro de audición y lenguaje. Se asegurará de que esto no suceda», añade.
Lectura en voz alta: favorece la adquisición de la lectoescritura y estimula la imaginación
Ningún niño es demasiado pequeño ni demasiado mayor para beneficiarse de esta actividad
A los niños pequeños les encanta que se les lea un relato. Es una experiencia entretenida y cercana que estimula la imaginación. Y, por supuesto, es una manera importantísima de que los padres, cuidadores y educadores incentiven el amor por la lectura que durará toda la vida y comiencen a desarrollar habilidades de lectoescritura que son fundamentales.
«Leer en voz alta es una de las tareas más importantes que los padres y los profesores pueden realizar con los niños», afirma Anne Schertzer, maestra de audición y lenguaje y especialista en lectoescritura en el centro Clarke de Boston. Nunca es demasiado pronto para empezar y, en el caso de los niños muy pequeños, los padres y cuidadores se convierten en sus primeros maestros. «Los niños expuestos a una variedad de textos que le son leídos en voz alta, tanto de ficción como de no ficción, obtienen numerosos beneficios».
Beneficios que aumentan con el desarrollo del niño
Anne explica que proporcionar a los niños pequeños experiencias basadas en la lectoescritura, como la lectura en voz alta, conlleva que escuchen, hablen e interactúen con el lenguaje desde temprana edad. De esta forma, se sientan las bases para que adquieran mayor seguridad a la hora de hablar, escuchar, leer y escribir.
Fomentar estas habilidades, además de que relaciona el lenguaje con algo divertido, tiene gran importancia en el caso de los niños con sordera o hipoacusia, dado que no tienen un acceso pleno al lenguaje incidental, como son las conversaciones de fondo. La lectura en voz alta sirve de ayuda para desarrollar el lenguaje y la lectoescritura, el vocabulario, las habilidades de escucha, el conocimiento de la estructura del texto impreso y el desarrollo social-emocional.
Desarrollo del lenguaje y la lectoescritura
Con los libros y la lectura en voz alta se expone a los niños a los sonidos, al vocabulario y al ritmo del lenguaje hablado que sirven para desarrollar el lenguaje receptivo y expresivo. En el caso de los niños con pérdida auditiva, la exposición repetida y significativa al lenguaje es esencial para la maduración cerebral y la adquisición del lenguaje.
Desarrollo del vocabulario
La lectura en voz alta también ayuda a los niños a que aprendan nuevo vocabulario y a conocer información sobre el mundo más allá de su experiencia inmediata. A medida que los niños escuchan nuevas palabras, tratan de conectarlas con conceptos que ya entienden.
Conciencia del texto impreso
Leer en voz alta a los niños también les ayuda a comprender que el lenguaje escrito se trata de un «código» que tiene significado y que puede transmitir información importante o ser una fuente de diversión. Fijarse en las palabras y las ilustraciones que aparecen en una página durante una sesión de lectura en voz alta es un primer paso fundamental a la hora familiarizarse con las letras, las palabras y las oraciones y que más adelante comprendan su significado.
Desarrollo socioemocional
¡Leer es divertido! Y nunca es demasiado pronto. «Las familias deben iniciar un ritual de lectura en los primeros días de un recién nacido. Incluso los más pequeños responden al calor del regazo y a la voz calmada de la lectura de un cuento», apunta Anne. Con la rutina compartida de leer cuentos y cantar canciones se crea un vínculo emocional entre un niño pequeño y su progenitor.
Por otra parte, un niño nunca es «demasiado mayor» para que se le lea en voz alta, aunque sepa leer por su cuenta. «Los padres deben continuar leyendo con sus hijos durante la etapa de primaria y posteriormente también», señala Anne. Además de reforzar el vínculo emocional, gracias a la lectura los niños mayores continúan aumentando su vocabulario, sus conocimientos y el lenguaje en general.
La probabilidad de que los niños desarrollen el amor por la lectura tiene que ver con el ejemplo que vean en sus padres. A medida que los niños maduran, la lectura conjunta puede continuar. Se recomienda a los padres y cuidadores que lean en voz alta a los niños de todas las edades para exponerles a tipos de textos que es posible que no puedan leer todavía por su cuenta. Las conversaciones en familia sobre libros, la dedicación que supone el «tiempo de lectura» en la familia y otras experiencias relacionadas con los libros pueden fomentar el ritual de lectura mucho después de que el niño haya crecido demasiado para sentarle en las rodillas y leerle en voz alta.
Una lectura todavía más divertida
Para conseguir que la lectura en voz alta sea más interesante y divertida, los padres, cuidadores y educadores deben establecer una rutina de lectura desde una etapa temprana. Lo ideal sería disponer de un espacio cómodo para realizar la actividad sin demasiadas distracciones y de una pequeña biblioteca de libros y cuentos en la que el niño pueda elegir la lectura que prefiera en cada sesión. (Lo que no significa que sea preciso invertir una gran cantidad de dinero. Los libros de la biblioteca local pueden servir de complemento a la colección familiar y ayudar a explorar nuevos temas o personajes).
Es importante dejar que los niños seleccionen el libro, ya que así se fomenta su interés por la lectura. Tampoco hay que sentirse presionado por tener que terminar cada libro. Si resulta ser demasiado aburrido o es algo atemorizante para el niño, se deberá dejar a un lado y elegir otro. El objetivo de leer con su hijo es crear experiencias positivas con los libros.
Tanto en el hogar como en el colegio, los niños deben tener acceso a libros de ficción y no ficción para que dispongan de una variedad de temas que descubrir.
Involucre al niño en conversaciones «por turnos» en torno al libro y el tema del que trata. Relea sus libros preferidos con frecuencia, especialmente aquellos con temas por los que muestre un interés especial. De esta manera, se refuerza la comprensión de cómo se estructuran los relatos y el texto impreso. Con la repetición también se estimula el desarrollo de las habilidades de lectoescritura. Opte por libros/cuentos que tengan un texto con letra clara y grande con fotografías o ilustraciones coloridas. Utilice animales de peluche o títeres para representar el relato.
En la lectura con niños muy pequeños, conviene señalar las palabras, hablar sobre todo aquello que aparezca en las ilustraciones y orientarles para que les sea posible a interactuar con la página impresa. Se les puede pedir que nombren los objetos que vean o que encuentren animales o personas en las ilustraciones. («¿Ves una jirafa?»).
En el caso de los niños de guardería o preescolar, podría centrarse más en las palabras impresas y comenzar a señalar las partes del libro (portada, nombre del autor, etc.) para ayudarles a adquirir el conocimiento del texto impreso.
En el caso de niños de más edad, se puede conversar sobre los libros con una mayor profundidad y plantearles, por ejemplo, preguntas acerca del relato y lo que los personajes podrían pensar o sentir. También se les puede pedir que dibujen o escriban una respuesta que tenga relación con alguna parte del relato para mejorar su comprensión del texto.
¿Necesita más ideas? El “Día mundial de la lectura en voz alta” se celebra todos los años el primer miércoles de febrero. El sitio del evento (https://www.litworld.org/worldreadaloudday) dispone de recursos que incluyen clubes de literatura y programas virtuales para ayudar a los padres, cuidadores y educadores a encontrar maneras novedosas y creativas de fomentar el amor de los niños por la lectura.