Noviembre-Diciembre 2011 – número 3

CLARKE

- La pérdida auditiva en la literatura infantil: Orientaciones para seleccionar libros de calidad
- “Compañeros de apoyo” en el sistema educativo ordinario

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La pérdida auditiva en la literatura infantil: Orientaciones para seleccionar libros de calidad

JennyKate Marble, bibliotecaria de CLARKE, Clarke Mainstream News, 2010: Vol. 29, no. 2

El pasado otoño, una de mis primeras responsabilidades como bibliotecaria de Clarke School fue elaborar una bibliografía acerca de los recursos existentes sobre la deficiencia auditiva, destinada a la Conferencia que se celebra todos los años para hablar de los alumnos con pérdida auditiva en el sistema educativo ordinario. Aunque disponía de listados de años anteriores en los que basarme, y también de reseñas de libros, no me gustaba la idea de recomendar títulos que todavía no había leído, por lo que, junto con un colega (compañero de trabajo), decidí conocer de cerca los libros y los artículos que incluían personajes con alguna tipo de discapacidad.

En nuestra búsqueda, había varias ideas sobre la discapacidad que se repetían una y otra vez en la literatura infantil, siendo una de las más destacadas, la de que los niños y niñas refuerzan su propia identidad leyendo libros en los que aparecen personajes que se les parecen. En el caso concreto de los alumnos con pérdida auditiva, la lectura sobre personajes que tienen una pérdida auditiva puede influir en el concepto que tienen de sí mismos.

Además, la literatura infantil ayuda a los profesores del sistema educativo ordinario a dar a conocer la pérdida auditiva a los alumnos que tienen una audición normal. En algunos casos, la literatura se convierte en la primera toma de contacto que tiene el resto de los alumnos con la sordera. Los libros que favorecen una inclusión de calidad pueden ayudar, por una parte, a disipar el temor y la incertidumbre que provoca todo aquello que se desconoce y, por otra, a sustituir los estereotipos negativos por un mejor conocimiento y una mayor comprensión de lo que implica una pérdida auditiva.

Con estos conceptos en mente, la selección de libros en los que aparecen personajes con pérdida auditiva se convierte en una cuestión no exenta de complejidad, especialmente si se tiene en cuenta que ningún libro refleja la experiencia de todo el colectivo de niños sordos. En un artículo titulado Literatura infantil para las aulas inclusivas de primaria: para un mejor conocimiento de los niños con problemas de audición, los autores describen la diferencia entre los libros que hablan de “niños con alguna discapacidad” y los “que relatan historias de interés que atañen a un niño con alguna discapacidad”. A la hora de seleccionar libros, se deben tener en cuenta, en primer lugar, cuáles son los mensajes subyacentes que transmiten sobre la pérdida auditiva.

Por ejemplo, ¿tiene el personaje con problemas auditivos una personalidad fuerte e independiente o, por el contrario, es demasiado ingenuo, infantil o dependiente? ¿Se trata de un retrato realista, es decir, el personaje con pérdida auditiva no es un héroe pero tampoco una víctima? ¿Se menciona en el libro que las personas con pérdida auditiva disponen de más de una opción de comunicación? El hecho de que en un libro aparezca un personaje con sordera, no significa que todos los niños con problemas de audición vayan a identificarse con ese personaje. Plantearse este tipo de preguntas ayuda a los profesores, bibliotecarios y padres a elegir los libros apropiados.

Por último, se debe tener en cuenta que la mera lectura no es suficiente para lograr una toma de conciencia. Además de ofrecer a los alumnos libros en los que aparezcan personajes sólidos y creíbles, los profesores y los padres deben promover un debate reflexivo posterior después de la lectura, para que los alumnos tengan la oportunidad de hablar sobre el tema con sus compañeros o con otros adultos.

El año pasado, mi colega (compañero de trabajo) y yo tuvimos oportunidad de conocer de primera mano lo que opinaban los alumnos de segundo curso de secundaria en un debate acerca de los personajes con discapacidad auditiva que aparecen en los libros.

Un alumno, en relación con el personaje de Suna del libro Espérame de An Na, opinaba, “El personaje de Suna no podría hacer valer sus derechos, porque no sabría cómo hacerlo. Puede hablar, pero no tiene suficiente confianza en sí misma para manifestarse en su nombre. Les ocurre a muchas personas sordas”. Otro alumno añadía: “Nosotros [los alumnos de Clarke] sí tenemos suficiente confianza en nosotros mismos como para pedir lo que necesitamos. El lector puede forjarse una idea errónea y pensar que todas las personas sordas son tímidas o acomplejadas o que no tienen confianza en sí mismas”.

Varios de los puntos en los que los alumnos estaban en desacuerdo coinciden también con los nuestros, ya que todos queremos encontrar un significado más profundo en la literatura. Una estudiante de tercero de secundaria, alumna del colegio Clarke y ávida lectora, se ofreció a leer Espérame de An Na y Plumas de Jacqueline Woodson y a compartir sus impresiones con nosotros. Su respuesta a una de nuestras preguntas sobre el libro Plumas fue la siguiente:

Pregunta: ¿Presenta este libro la pérdida auditiva de una manera realista?

Alumna: Sí. La autora ofrece muchas situaciones cargadas de emoción en el libro. Sean, el hermano de Frannie, no está acomplejado por su sordera, pero echa de menos algunas cosas, en lo que se refiere a la relación con las chicas, por ejemplo.

Todas las personas con problemas auditivos pueden sentirse de esa misma manera, especialmente cuando desean participar en una conversación o entender la letra de una canción sin tener que leerla en algún sitio… Lo que más me llamó la atención fue… cuando Trevor, comportándose como un matón, le dijo: “¿Estás sordo o te pasa algo?”. Me gustó que Frannie se enfadara y que dijera: “No está bien decir estás sordo o te pasa algo. Mi hermano es sordo y estar sordo es algo”. Estar sordo  ES  algo y pensé que era genial que la autora incluyera esta escena en su libro.

Al final del correo electrónico, esta alumna comentaba: “Normalmente, no me gusta leer libros en los que aparecen personajes con sordera, porque no sé como los van a presentar, pero la verdad es que los dos libros me encantaron…”.

No es de extrañar que nuestros desacuerdos y diferentes perspectivas nos ayudaran a ahondar más en el tema. Cuanto más debatíamos acerca de los libros y las distintas opiniones, y cuantos más participaban en el debate, más matices iban apareciendo. Al final, nos inclinamos por no considerar los libros o “buenos” o “malos”, ya que lo que nos parece importante es que se tenga un punto de vista crítico a la hora de seleccionar un libro.

Orientaciones:

 
1. ¿La trama, los personajes, el entorno, el tema, el estilo y el tono ponen de relieve que se trata de una literatura de calidad?
2. ¿Los personajes con pérdida auditiva que aparecen en el relato se plasman de manera realista? ¿Muestra el autor/ilustrador respeto suficiente por los personajes con pérdida auditiva?
3. ¿Qué papel adopta el personaje con pérdida auditiva? ¿Qué puntos de vista dentro del colectivo de niños sordos se ven reflejados y cuáles se echan en falta?
4. ¿El personaje con pérdida auditiva solo está representado en la medida en que influye en los otros personajes con audición normal?
5. ¿Qué transmiten, tanto el texto como las ilustraciones, acerca de lo que implica tener una pérdida auditiva? ¿Contribuye el tema a mejorar su comprensión y que el lector (que entra en contacto por primera vez con la deficiencia auditiva) tome conciencia?
6. ¿Se pueden encontrar en el relato o las ilustraciones estereotipos, una visión humillante o una simplificación excesiva?
7. ¿A qué publico se dirige el relato?

8. ¿Quién es el autor del relato? ¿Pertenece o no al grupo de personas al que está haciendo referencia en el relato? ¿Tiene el autor/ilustrador experiencia con la deficiencia auditiva?

 

“Compañeros de apoyo” en el sistema educativo ordinario

Claire Blatchford, Clarke Mainstream News, 2010: Vol. 29, no. 2

En la primavera pasada, realicé una encuesta a 26 jóvenes con pérdida auditiva, con edades comprendidas entre  los 22 y 36 años, sobre el tema de la confianza en uno mismo. No me sorprendió que, en la mayoría de los casos la confianza en ellos mismos se viera resentida en las etapas de secundaria y bachillerato, después de llevar años escuchando los comentarios de adolescentes con y sin pérdida auditiva (incluidas mis hijas) sobre las pandillas, la intimidación, los apodos, la presión del grupo, la necesidad de experimentar y de rebelarse, y la falta de tolerancia que a menudo aparecen en esta etapa. Uno de los encuestados dejaba entrever la frustración que experimentó al comenzar el bachillerato con las siguientes palabras: Ser un adolescente con discapacidad auditiva puede ser un gran obstáculo, ya que, además de la discapacidad, tienes que hacer frente a las dificultades propias de la adolescencia.

A pesar de las turbulencias propias de esta etapa, no me deja de sorprender la honestidad, el ingenio, el idealismo, la inteligencia, la generosidad y la amabilidad que pueden mostrar los adolescentes. Pude comprobarlo el año pasado cuando emparejé a cinco adolescentes con audición normal de un colegio privado subvencionado con cinco adolescentes del colegio Clarke. Lo llamamos el proyecto “Compañeros de apoyo” en el sistema educativo ordinario. Todos los participantes eran alumnos de segundo curso de secundaria y la mayoría tenía previsto cambiar de colegio al pasar a tercer curso. Para los alumnos con pérdida auditiva, el paso a tercero implicaba abandonar el colegio Clarke y entrar en el sistema educativo ordinario, después de haber pasado juntos muchos años. Aunque no fueran a acudir a los mismos colegios que los alumnos escogidos como “compañeros de apoyo”, teníamos la esperanza de que el contacto con estos nuevos amigos con audición normal, les preparara para el paso al nuevo centro en septiembre. En el caso de los alumnos oyentes, esperábamos que se ampliaran sus puntos de mira y mejorara su comprensión de las diferencias. Ninguno de ellos había tenido la oportunidad de conocer con anterioridad a un adolescente con pérdida auditiva y, cuando llegó junio, daba la impresión de que habían alcanzado un cierto grado de conocimiento acerca de las necesidades de estas personas, como son hablarles más despacio y mirarles de frente cuando se mantiene una conversación.

Volviendo brevemente a la encuesta mencionada al comienzo de este artículo, uno de los encuestados afirmó que para él la situación más difícil, en la que tuvo que poner a prueba la confianza en sí mismo, fue incorporarse a tercer curso de secundaria siendo el único alumno sordo del colegio. Se sintió absolutamente solo. Lo cierto es que las aportaciones de este alumno fueron las que me impulsaron a escribir este artículo. No podía dejar de preguntarme si su experiencia habría sido diferente si hubiera tenido “un compañero de apoyo” en el sistema educativo ordinario.

Tomé la decisión de preguntar a los adolescentes oyentes, que habían ejercido como “compañeros de apoyo” de los alumnos del colegio Clarke, si se ofrecerían a ser “compañeros de apoyo” de un alumno con pérdida auditiva en su colegio. Todos respondieron de inmediato: “¡Sí!” Se me vinieron a la mente muchas preguntas que plantearles y espero que algunas de las respuestas que dieron sirvan de ayuda a otras personas interesadas en establecer un programa de “compañeros de apoyo”.

¿Sería preferible que el “compañero de apoyo” estuviese en el mismo curso o un par de cursos por delante del alumno con pérdida auditiva?

Todos pensaban que sería mejor que estuviese en el mismo curso. En palabras de una chica: Pienso que estar en el mismo curso es buena idea, ya que se pueden compartir las mismas cosas. Si hubiera que emparejar a dos alumnos de diferentes cursos, creo que sería mejor que hubiera sólo un curso de diferencia. Si hay más cursos de diferencia, es más difícil conectar.

¿Te pondrías en contacto con tu “compañero de apoyo” antes de que empezara el curso, si fuera posible, con qué frecuencia quedaríais y cómo mantendríais el contacto?

Las respuestas siguientes son las que mejor captan la opinión general: Podría ser una buena idea ponerse en contacto antes de empezar el curso, para desearles suerte e insistirles en que no se preocupen porque se van a desenvolver bien.

Los compañeros pueden quedar en el comedor (en el colegio) cuando sea posible y les apetezca. Quizá, puede ser importante que pertenezcan a los mismos equipos o clubes.

El que se reúnan (fuera del colegio) depende del horario y de que vivan cerca el uno del otro. ¡Los horarios suelen ser tan amplios! Enviar e-mails y mensajes de texto es una buena idea. Mi compañero y yo nos enviamos mensajes continuamente.

¿Te gustaría que te emparejaran con un “compañero de apoyo” del mismo sexo o te da lo mismo?

La siguiente respuesta refleja un gran sentido común: Todo depende del tipo de persona que seas. Si, siendo una chica, te relacionas fácilmente con los chicos, creo que formar parejas de distinto sexo es una buena idea. Si no te relacionas con facilidad, creo que lo que habría que hacer es formar parejas del mismo sexo. En mi caso, me llevo bien con mi compañero y hubiera sido igual que fuera chico o  chica.

¿Qué consejo le darías a alguien con audición normal que estuviera interesado en actuar como “compañero de apoyo” de un chico con discapacidad auditiva?

Se trata de una experiencia interesante y provechosa. Al principio, te puede sorprender un poco si no estás acostumbrado a tratar con personas sordas. No debes masticar chicle para que puedan leerte los labios fácilmente. Tienes que pronunciar con claridad.

Otra observación importante es que las personas con pérdida auditiva, cualquiera que sea su edad, deberían saber lo siguiente: No tengo costumbre de mirar a las personas de frente cuando les hablo, sino que lo hago según avanza la conversación. Hay quien podría sentirse intimidado al tener que detenerse y mirar de frente a otra persona. Al principio me costaba, pero, por suerte, no soy tan tímida.

¿Qué consejo le darías a un alumno con pérdida auditiva que estudia por primera vez en un colegio ordinario?Todos estuvieron de acuerdo en lo siguiente: Debe comportarse tal como es y tratar abrirse a los demás. ¡La gente no puede saber cómo eres a menos que te des a conocer!

Antes de despedirnos, como queriendo suavizar el impacto de este último comentario, alguien añadió con un interés sincero: Le diría a mi compañera que estoy para ayudarle a que se familiarice con su nuevo colegio.Lo que estoy proponiendo en este artículo no es ninguna idea nueva. En mi caso, me asignaron una “hermana mayor” cuando pasé a primero de secundaria. Ella iba dos cursos por delante y ¡todavía seguimos enviándonos postales de Navidad! No era mi mejor amiga, pero sin duda me ayudó saber que cuidaba de mí en cierto modo. Teniendo en cuenta que la confianza en uno mismo puede verse resentida durante la etapa de secundaria y bachillerato, para un alumno con pérdida auditiva, puede ser de bastante ayuda poder contar con un “compañero de apoyo” en el colegio.

También me gustaría hacer hincapié en que, antes de formar parejas, es recomendable que los alumnos con audición normal reciban algún tipo de formación, ya que puede ser la primera vez que tengan contacto con una persona con pérdida auditiva. Sugiero que se les ofrezcan consejos básicos para comunicarse eficazmente, como la necesidad de hablar de frente a la persona con pérdida auditiva y hacerlo despacio, aunque sin exagerar. Hay que explicar que el habla de una persona con pérdida auditiva puede parecer diferente y que se puede tardar un tiempo en acostumbrarse. Además, llevar un audífono o un implante coclear no es igual que ponerse gafas, con las que se corrige automáticamente la visión.

También se debe dejar claro que una persona con pérdida auditiva entiende mejor cualquier conversación cuando tiene lugar entre dos personas. Les es muy difícil seguir las conversaciones en grupo durante el tiempo de comedor, en el pasillo o en clase. He animado a todos los alumnos de Clarke con pérdida auditiva a que describiesen su pérdida auditiva, la causa que la originó, la edad en que apareció, sus necesidades en particular y las ayudas técnicas que cada uno de ellos utiliza para escuchar a sus compañeros. No tuvieron problemas para hacerlo y continuaron compartiendo información de este tipo durante todo el curso.

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