Grupos de habilidades sociales y alumnos de primaria con pérdida auditiva
John Anderson, orientador, Clarke Mainstream News, 2007: Vol. 27, No. 3.
En mi trabajo como orientador en The Mainstream Center (Centro de Integración) de CLARKE, no son infrecuentes los casos de alumnos y alumnas con pérdida auditiva que participan en grupos de habilidades sociales organizados en sus colegios. Aunque estos alumnos pueden manejarse bien, me gusta cerciorarme de que han aprendido las habilidades necesarias para participar eficazmente a lo largo de la jornada escolar en grupos menos estructurados. La experiencia me ha demostrado que hay que tener en cuenta una serie de aspectos importantes antes de que un alumno participe en un grupo de habilidades sociales. Entre estos aspectos, se encuentran el trabajo individual con el alumno en temas de autoestima y la formación apropiada de los orientadores que les permita reconocer las necesidades específicas de este tipo de alumnos. Una vez prestada la debida atención a estas áreas, creo que los grupos de habilidades sociales pueden beneficiar a los alumnos con pérdida auditiva.
El número de casos en los que trabajo depende de las demandas de ayuda que recibo de los colegios cuando un alumno no progresa académicamente o experimenta algún trastorno emocional en situaciones sociales. Cuando evalúo a estos alumnos, casi nunca recomiendo un grupo de habilidades sociales como primer paso para abordar estos temas. ¿Por qué? Porque a través de la observación y las entrevistas, descubro que estos alumnos tienen una comprensión escasa de su propia experiencia con la pérdida auditiva y que se sienten bastante solos en el colegio. En estas situaciones, siempre propongo unas sesiones de orientación individual centradas en el refuerzo de la autoestima.
También es útil reunir información acerca del tipo de apoyo que la alumna o el alumno recibe, tanto en el ámbito familiar como en el escolary la manera en que afronta la experiencia de vivir con una pérdida auditiva. Mi preocupación principal es la preparación de los alumnos para aplicar las habilidades aprendidas en grupos muy estructurados a otros entornos de grupos no estructurados, como por ejemplo en los recreos. Si el alumno tiene problemas de autoestima, puede carecer de la confianza o de las estrategias de reparación de rupturas en la comunicación necesarias para integrarse.
Una vez que el alumno comienza a recibir apoyo individual en el refuerzo de la autoestima y se ha iniciado un proceso de conversación con los padres y con los profesionales educativos acerca de las habilidades de comunicación que necesita para compensar su pérdida auditiva, los grupos de habilidades sociales pueden desempeñar un papel muy importante. Normalmente, las áreas principales que se abordan en estos programas son las siguientes:
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Habilidades de supervivencia: prestar atención a la seguridad y conocer qué se debe hacer en situaciones de emergencia
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Habilidades interpersonales: conocer la manera de interactuar con diferentes personas
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Habilidades de resolución de problemas: aprender a reconocer un problema potencial y emprender las acciones apropiadas
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Habilidades de resolución de conflictos: reconocer y manejar las relaciones personales conflictivas
La buena noticia para los alumnos con pérdida auditiva es que estos grupos suelen ser reducidos y se utiliza un enfoque estructurado. No obstante, es importante que el orientador conozca estrategias de comunicación específicas que ayuden a estos alumnos a entender y a participar en los debates. Aunque el orientador esté acostumbrado a controlar el diálogo del grupo de manera que todos los alumnos tengan la posibilidad de participar, es probable que no tenga en cuenta determinados aspectos que pueden dificultar la comunicación y la participación de un alumno con deficiencia auditiva, incluso cuando el grupo es reducido. A continuación, sugiero algunas ideas:
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Establecer las reglas de comunicación del grupo, señalando la manera en que beneficiarán a cada uno de los participantes. De esta manera, se da importancia a la eficacia de la comunicación y no específicamente a la pérdida auditiva. Entre los ejemplos, se incluye el establecimiento de contacto visual con la persona que habla, expresarse con claridad y no hablar más de una persona al mismo tiempo.
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Detenerse de vez en cuando para resumir o parafrasear lo que se haya dicho.
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Verificar la comprensión pidiendo al alumno que explique algún punto con sus propias palabras. O preguntarle si está de acuerdo o no con lo que haya dicho otro alumno y pedirle que exponga las razones. Estas estrategias son mucho más eficaces que solicitar únicamente una respuesta cerrada: sí/no («¿Lo has captado?» o «¿Lo has entendido?»). También es importante preguntar a los alumnos con audición normal, porque de esta manera se evita que el alumno con pérdida auditiva sea el único que tenga que demostrar que está siguiendo la conversación y porque, con bastante frecuencia, se asume que los alumnos con audición normal comprenden la totalidad de la información, cuando lo cierto es que también se benefician con la aclaración.
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Si el alumno utiliza un sistema de FM, resultará útil hablar con él/ella para conocer las mejores maneras de utilizarlo en el grupo.
En la planificación del programa, es importante que el orientador entienda perfectamente los problemas que la pérdida auditiva ocasiona en un entorno grupal. Para enriquecer la experiencia del alumno, es necesario abordar determinados puntos antes de celebrar la primera sesión además, algunos de ellos, deberán tenerse en cuenta durante todo el transcurso del programa. Estos puntos incluyen:
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¿Ha previsto que el grupo se reúna durante el almuerzo? Si es así, ¿espera que los alumnos conversen mientras comen? Esto dificultará la lectura labial a los alumnos que no oyen bien.
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Si no es a la hora del almuerzo, ¿en qué momento del día tendrá lugar la reunión? Los alumnos con pérdida auditiva corren el peligro de estar demasiado cansados para mantener una conversación, especialmente por la tarde. Es aconsejable que las sesiones se organicen por la mañana.
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¿Cómo/cuándo ayudará al alumno con pérdida auditiva a prepararse antes de cada sesión? El conocer de antemano los temas que se debatirán y las actividades relacionadas en las que participará servirán para que el alumno o la alumna pueda anticipar de qué se hablará y lo que se espera de su participación.
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Después de la sesión ¿Destinará un tiempo para revisar su contenido? Es posible que el alumno no haya entendido o haya malinterpretado algún punto de la conversación mantenida.
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¿Habrá ocasiones en las que usted o el líder del grupo observen al alumno durante los recreos u otras actividades sociales no estructuradas? Es deseable que así fuera, pues podrían obtener indicios importantes acerca de sus habilidades de interacción social con otros alumnos.
El inicio de las sesiones puede ser una ocasión excelente para abordar las habilidades de reparación de rupturas en la comunicación. El orientador puede modelar estrategias y establecer un entorno en el que los alumnos se sientan cómodos practicándolas entre ellos. La clave es ayudar a los alumnos a identificar un problema de comunicación y cómo tomar la iniciativa para solucionarlo. También será de gran ayuda conocer con antelación cuan cómodo se siente el alumno sobre informar y concienciar a otras personas acerca de su pérdida auditiva. Ser capaz de comunicar a otras personas el alcance de la propia capacidad auditiva supone un gran paso para lograr una comunicación eficaz para todos.
Finalmente, la propia naturaleza estructurada de estos grupos puede dar lugar a una interpretación errónea, ya que no permiten apreciar las relaciones de un alumno con pérdida auditiva en un grupo de iguales, cuando no hay un adulto presente. En mi experiencia, tanto como persona con pérdida auditiva como por mi profesión de orientador, las personas con una audición normal hablan más rápidamente de lo que piensan. En un entorno no estructurado, los alumnos con una audición normal tienden a hablar con mayor rapidez y fluidez, además de cambiar de tema con frecuencia y sin aviso previo, porque están deseosos de seguir el ritmo de sus compañeros y tienen la capacidad de escuchar sin esfuerzo. Se trata de un enorme reto para los alumnos y alumnas con pérdida auditiva. La experiencia diaria de comunicación en grupos muestra el grado de complicación que pueden alcanzar estas experiencias y la necesidad de contar con una amplia gama de habilidades para participar. Es un proceso de aprendizaje continuo que empieza con la solución de problemas, el conocimiento de uno mismo como persona, la mejora de las habilidades de comunicación existentes y el ensayo de lo aprendido con diferentes tipos de grupos.
Mi opinión es que la experiencia de los alumnos con pérdida auditiva en los grupos de habilidades sociales puede enriquecerse si los padres y los profesionales del entorno educativo les ayudan a prepararse para participar en estos grupos y se cercioran de que el conocimiento obtenido y las habilidades aprendidas se transfieren a la vida escolar cotidiana. Idóneamente, cualquier Programa Individualizado de Educación (Individual Educational Program, IEP)* debiera incluir objetivos destinados a ayudar a un alumno con pérdida auditiva a desarrollar habilidades sociales y de comunicación que le permitan minimizar el impacto de su pérdida auditiva, tanto en el entorno escolar como familiar. Estos objetivos pueden modificarse, pero debieran seguir incluyéndose en el Programa Individualizado de Educación a medida que el alumno avanza en secundaria y bachillerato. Se necesitarán unas habilidades de solución de problemas y de reparación de la comunicación más avanzadas a medida que el entorno académico y social adquiera una mayor complejidad.
* N. T.: En España, equivalente al Documento Individualizado de Adaptación Curricular (DIAC).
Siguiendo la corriente: Nadie me llama
Por la profesora y autora Claire Blatchford, Clarke Mainstream News, 2007: Vol. 27, No. 3.
El dolor que se reflejaba en el rostro de la madre era evidente. Hablaba acerca de la situación en el colegio de su hija de 14 años que tiene una pérdida auditiva y que está integrada en un colegio ordinario. «Lo cierto es que es más difícil los fines de semana. Desde que comenzó el colegio, no hay fin de semana en que Katie no nos diga a mí o a su padre, «Nadie me llama» ¿Qué podemos hacer?».
En momentos como éste, es cuando pienso que ser madre o padre es seguramente el trabajo más duro del mundo. Cuando se trata del entorno del aula, puedes pedir una determinada disposición, puedes insistir en el tema y ser inflexible, sin que te importe demasiado que los demás piensen que eres una pesada. Sin embargo, cuando se trata de la vida fuera del aula y de las necesidades y situaciones sociales, te sientes impotente. No puedes pedir a otros alumnos que presten atención a tu hijo o hija. En cuanto a los profesores, aunque sean solidarios y se esfuercen en facilitar las relaciones, tampoco pueden hacer nada. Recuerdo lo furiosa que me puse con algunos profesores del colegio de secundaria al que iba nuestra hija más pequeña -que tiene una audición normal- y lo indiferentes que me parecieron ante el hecho de que otras niñas de su curso no la invitaran a dormir a su casa o a ir al cine. Mi hija se enteraba de estos eventos porque sus compañeras hablaban de ello en su presencia, dejando claro que la habían excluido. Cuando comenté el tema con los profesores (tardé tiempo en decidirme porque no quería dar pena ni atraer la atención sobre mi hija), me pareció que se sentían tan impotentes como yo.
Es posible que la niña o el niño con pérdida auditiva no escuche esta clase de conversaciones, lo que puede resultar un alivio, pero si es consciente socialmente se dará cuenta de que hay algo que se está perdiendo. Conozco a una mujer sorda de unos treinta años, felizmente casada con un hombre con audición normal y con dos hijos pequeños, que recuerda lo dolida y frustrada que se sentía cuando las niñas «populares» la excluían o ignoraban. Admite que sigue sin entender lo que se necesita, cuando se es adolescente, para hacerse «popular» o para que el grupo «popular» te tenga en cuenta. Al mismo tiempo, sabe que tuvo suerte por haber tenido una amiga cercana, una verdadera amiga durante esos años. «Era lo que realmente necesitaba», concluía. «Y todavía sigue siendo mi mejor amiga».
La madre mencionada al principio de este artículo animó a su hija a que tomara la iniciativa e invitara a una o dos niñas a casa, a ir de excursión o al centro comercial, con la esperanza de que apareciera una amiga «de verdad». Una compañera de clase fue a su casa para cenar y ver un vídeo y fue una experiencia agradable. Con otra compañera, se fue de excursión, pero en ninguno de los dos casos se produjo una invitación recíproca.
Cuando se le preguntó si su hija podía utilizar el teléfono, ya que lleva un implante coclear, su respuesta fue: «Bastante bien, pero es más fácil cuando habla con alguien que conoce. Se asusta cuando intenta entender a una persona a la que no conoce».
Puedo imaginarme que los adolescentes con una audición normal -y no únicamente adolescentes, sino cualquier persona con un oído normal, incluidos sus familiares- asumen que una persona con una pérdida auditiva no puede utilizar el teléfono. Pueden incluso creer que tampoco puede ir al cine o a un concierto. El tener que hablar por teléfono a través de una tercera persona (el operador del centro de intermediación telefónica) puede, al principio, asustar a la gente. Por lo tanto, cuando tratas de educar a otras personas sobre las mejores maneras de establecer contacto -y el correo electrónico y la mensajería instantánea están en el primer lugar de la lista, ya que facilitan realmente el camino- casi siempre tienes que ser tú la persona que realice el esfuerzo. Desde mi perspectiva, sé que el «cansancio de los donantes», del que se quejan a menudo los recaudadores de fondos no sólo es aplicable al dinero. También es aplicable en nuestro caso, las personas con pérdida auditiva, ya que a menudo tenemos que prestar una atención y un interés doble del que prestan las personas con una audición normal para poder conectar. Puede ocurrir en ocasiones que dejes de preocuparte y que no desees hacer este esfuerzo. Hay que tenerlo en cuenta cuando sugerimos a un adolescente que invite a alguien a casa y se encoge de hombros.
«Nadie me llama» puede resultar tan difícil para el adolescente como para la madre. Puede significar «No le caigo bien a nadie» o «¿Qué ocurre conmigo?». Otra joven con pérdida auditiva que conozco, con poco más de veinte años, me comentaba que era consciente de que no era una persona gregaria, extrovertida. Reconocía que el hecho de que no tuviera demasiados amigos tenía que ver con su personalidad, no con su sordera. También era consciente de las situaciones en que la sordera, más que la propia personalidad, dificulta las relaciones sociales, como ocurre en las grandes reuniones cuando todo el mundo habla al mismo tiempo. Su pensamiento claro y el conocimiento de sí misma me impresionaron. Es posible que los adolescentes no se den cuenta de que tienen que ofrecer algo de sí mismos para recibir algo en contrapartida; sin embargo, ella se dio cuenta pronto y asumió la responsabilidad a su manera. Cuando estudiaba secundaria y nadie le llamaba durante los fines de semana, se refugiaba en los libros. A través de este interés por la lectura, pudo entablar amistad con otras personas que compartían la misma afición.
Es necesario proponer a los adolescentes que realicen actividades con usted o para usted, con el propósito de que desarrollen intereses y talentos durante este periodo de su vida, de manera que, como la joven mencionada, puedan encontrar su propio nicho. Estas actividades pueden ser una respuesta a la pregunta, «¿Qué podemos hacer?». Sin embargo, no es fácil. Su hija puede ser una lectora voraz, una entusiasta de los ordenadores, una esquiadora olímpica potencial, o simplemente una joven que disfrutaría teniendo un grupo de amigas. Sin embargo, nadie le llama. Ella es consciente y usted también. Hay que escucharle y convertirse en su amiga hasta que salga adelante y encuentre otras amigas de su edad. Quizá ya lo esté haciendo. Sepa que es importante. Verdaderamente importante.